Una paloma blanca sobrevuela la pradera, se posa sobre el hombro del rey y le pide su protección. El rey la ve tan sola y desvalida que le otorga su favor.
El demonio Jirania no podía ser muerto por ningún hombre ni animal, no podían matarlo dentro ni fuera de su casa, ni de día ni de noche, ni en la tierra ni en el cielo.